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Científico japonés obsesionado por salvar vidas ante eventual gran terremoto

Brecha de Guerrero (a bordo del buque El Puma).- El sismólogo japonés Yoshihiro Ito se ha convertido en un experto en la Brecha de Guerrero con la obsesión de tratar de salvar vidas ante la posibilidad de un gran terremoto en esta zona sísmica. 

Sismólogo por la Universidad de Kyoto y una de las eminencias mundiales en su campo, el doctor Ito trabaja desde hace seis años junto con el mexicano Víctor Manuel Cruz Atienza en el proyecto de desentrañar los secretos de la Brecha de Guerrero, de 120 kilómetros de longitud y situada en el Pacífico frente a la costa mexicana.

Yoshihiro Ito participa en una expedición para rescatar unos sismómetros. EFE/Gustavo Huerta.jpg

Ito forma parte de la expedición científica embarcada en el buque oceanográfico El Puma que pretende rescatar los sismógrafos que han recogido desde 2019 la actividad sísmica marina en la Brecha de Guerrero para averiguar las posibilidad de un gran terremoto que afectaría a buena parte de México y su capital.

Precisamente un gran terremoto, el de Tohoku Oki ocurrido el 11 de marzo de 2011, cambió la vida de Yoshihiro Ito, quien se doctoró en sismología por su pasión por el estudio de la tierra y su comportamiento sísmico. 

Aquel terremoto de Tohoku Oki de magnitud 9 ha quedado registrado como uno de los cuatro más poderosos de la historia desde que se miden los movimientos telúricos.

Tras el destructor temblor llegó un maremoto o tsunami y ambos fenómenos naturales provocaron aquel día 15 mil 899 muertes.

“Desde entonces mi motivación como científico es salvar vidas, especialmente de las personas que viven en la costa frente a zonas sísmicas”, explica a Efe el doctor Ito a bordo de El Puma, el buque oceanográfico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

Estudiar las posibilidades de que ocurra un mega terremoto en la Brecha de Guerrero es la principal motivación por la que el japonés esté surcando en estos momentos el océano Pacífico frente a las costas de la ciudad de Acapulco, en el estado mexicano de Guerrero.

La expedición científica a bordo de El Puma trata de recuperar los sismógrafos que han recogido desde 2019 la actividad sísmica de la Brecha de Guerrero, donde no se ha producido un terremoto de consideración desde hace más de cien años.

A LA ESPERA DEL GRAN SISMO

Ese “big one” es el que temen los habitantes de Acapulco en la costa de Guerrero y también los de la Ciudad de México, a tan solo 300 kilómetros de la Brecha. 

La universidad nipona fijó su atención en la Brecha de Guerrero porque esta zona sísmica es muy activa en sismos lentos y tras el gran terremoto de Tohoku Oki los científicos japoneses detectaron “la ocurrencia de sismos lentos antes del gran terremoto”, explica Yoshihiro Ito. 

La idea de la colaboración fue una sugerencia del también japonés y sismólogo profesor Takeshi Mikumo, quien durante diez años impartió clases en la UNAM y es considerado “uno de los más importantes sismólogos del siglo XX”, apunta Ito.

“México es uno de los mejores laboratorios naturales para estudiar la relación entre sismos lentos y los devastadores”, explica el profesor de Kyoto.

Justo estos días, mientras la expedición científica navega en El Puma sobre la Brecha de Guerrero, se detecta uno de los múltiples temblores que se registran en la zona.

Ito opina que la elevada cantidad de este tipo de temblores producidos en las costas de Guerrero en los últimos cinco años sirve para aliviar la energía acumulada por el acoplamiento de las placas continentales de Cocos y Norteamérica. 

Esto podría reducir en parte la probabilidad de un gran terremoto. 

Yoshihiro Ito, un hombre amable y de maneras delicadas que trabaja horas y horas estudiando el fondo marino, pasa la mayor parte del tiempo de su vida viajando a lugares donde los terremotos son frecuentes. 

Ito pasó un año en la Antártica, largas temporadas en Alaska, Nueva Zelanda y por supuesto en México. 

Yoshihiro come tacos con la facilidad y con el mismo deleite que sus colegas mexicanos, tal como se lo comentan entre bromas en cada comida los tripulantes de El Puma que lo acompañan en el desafío de averiguar todo lo posible de la actividad de la Brecha de Guerrero con la esperanza de que no tengan que registrar ningún temido terremoto.

EFE

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